Aurelio Martínez: el garinagu que se coronó rey de la Punta ante el mundo
Los últimos años de vida de su fueron para cantarle al mundo lo bello de la identidad garinagu

ICONOS Mag
Texto Kevin Hernandez
18 marzo, 2025
San Pedro Sula. Aurelio Martínez, el máximo embajador del ritmo punta y la identidad garífuna de Honduras ante el mundo, se ha ido antes de tiempo con una trayectoria joven e inigualable.


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Los proyectos, las giras y las nuevas canciones que estaban en agenda de producción de Aurelio, se quedan sin culminar. Su talento ha muerto. No hay heredero ni promesas del ritmo Punta que sigan sus pasos.
La noche de este lunes 17 de marzo 2025, junto a su manager, la francesa Helene Odile Guivarch; tenían planeado llegar en 15 minutos a la ciudad de La Ceiba tras despegar del aeropuerto de Roatán.
Un minuto bastó tras el despegue y la aeronave se desplomó por aparente falla mecánica, según informes de autoridades. Ella sobrevivió pero Aurelio, para desgracia de Honduras, murió.


Este garífuna valía oro. Era un virtuoso en todo ángulo. Estaba orgulloso de donde venía y enfocado para donde iba.
Era un apasionado de su cultura y sobre todo, tenía cualidades poco valoradas en la actualidad. Era sincero, leal, hermano más que amigo, talentoso, honesto, correcto y tantos calificativos más.
Aurelio Martínez Suazo era un sobrado cantautor, guitarrista y percusionista con una inigualable trayectoria.
Su madre María Martínez, quien vive en Nueva York, soñó de niña en ser artista y compositora, pero nunca lo logró por azares de la vida. Sin embargo, su hijo si le cumplió aquello que tanto anhelaba. Hoy, esa madre llora a su hijo, a su orgullo, a su reflejo artístico.
De su padre heredó la trova y el arte en la guitarra, así como la improvisación de melodías.


Nació el 25 de septiembre de 1969 en el inhóspito pueblo de Plaplaya, en el olvidado departamento de Gracias a Dios, donde se vive el día a día por milagro del Creador.
De esa remota y casi inaccesible aldea garífuna, salió el indiscutible rey de la punta en el mundo para cantarle a Europa, África y los países más importantes de América Latina.
A los 14 años, en 1983, emigró a La Ceiba, dejando atrás sus recuerdos y sueños de niño para convertirse en una verdadera estrella y formarse académicamente.
Por cosas del destino, se mudó a Danlí, El Paraíso, y gracias a su talento, integró su primera agrupación. Lo hizo como percusionista de la orquesta Shahilas de Vicente Blandón.

Durante cinco años estuvo en esa ciudad y en 1989, volvió a La Ceiba. Ya tenía relación artística con el fallecido cantautor Guillermo Anderson y junto a Lucas Calderón, fundan el grupo Colectivarte.
En esa agrupación se distinguía del resto del grupo por estar siempre nítido, bien vestido, ya que era segunda voz. Tenía 17 años. Lastimosamente no brillaba, porque el protagonismo era para Anderson.
«Guillermo lo ponía a bailar porque era un gran bailarín. En aquel tiempo, delgado y con todo el talento, dejaba a la gente con la boca abierta», recuerda Alfonso Fonchín Flores.
Simultáneamente creó el grupo de música y danza tradicional garífuna Lita Ariran, donde demuestra que también tenía talento para el baile.



Finalmente, Aurelio Martínez logra consolidarse artísticamente en el país, al ingresar en 1992 a la orquesta más profesional de la época: Los gatos bravos del recordado maestro Alfonso Flores.
Ahí descubrió la hermandad entre músicos, sin envidias ni celos. Dios lo ubicó en la catapulta perfecta para saltar a la fama sin provocar alergias entre artistas.
Además, se hizo más famoso con temas de su autoría como Huele a pollo, Muevelo ya, Uba Uba, Ule Ula, pero sin duda la canción que lo consagra es Good morning darling, un hit que aún suena.
Pero aquel hijo de oro de Plaplaya tenía mucho que dar y que conocer y con Los gatos bravos comienza a trazarse otros sueños con los viajes y giras.
Además, logró codearse con artistas de peso de la época como el venezolano Oscar de León, la guarachera de Cuba Celia Cruz, grupo Niche y la Orquesta de la Luz.
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En Los gatos bravos estuvo alrededor de seis años y salió por la puerta grande para fundar su propia orquesta a la que bautizó como Aurelio y los Bravos del Caribe.
Debutó en la celebración de los 200 años de la llegada de los primeros garífunas a Honduras en 1997.
Su primer disco llamado Inocencia llegó un año después y con ello, su internacionalización en Estados Unidos y otras latitudes de Europa. Además, llegan otros discos que se grabaron en Honduras y Estados Unidos.
Ya como solista, el japonés Akira Tomita le produce el primer disco en la compañía japonesa JVC Records World Sounds. Fue galardonado como Mejor cantante de música garífuna.
Además, Lita Ariran fue premiado como Mejor grupo cultural del año by Garifuna World Music Awards en Nueva York.



En 2004 y tras el lanzamiento de su primer álbum como solista titulado Garífuna soul, recibió el premio Newcomer of the year de AfroPop. Las canciones del disco contenían conmovedoras letras y su voz resonaba haciendo una fusión perfecta.
Con esas distinciones, llegaron las invitaciones para el Rolex Mentor and Protégé Arts Initiative, donde fue seleccionado para participar.
Otros discos importantes en su carrera como solista son Laru Beya que tiene canciones que cuentan la historia y espiritualidad garífuna con letras en garífuna, español y francés y ritmos africanos y criollos.
El tercer disco de solista es Landini, donde rinde tributo a la parranda del pueblo que lo vio nacer y con suave ritmo.


En 2014 llega el disco Cuentos y leyendas y se hace aún más famoso en el público popular con el hit Pompis con pompis. Luego, vienen más discos: Amor a primera vista y Conexión Caribe.
En marzo de 2015, la comunidad garinagu de Nueva York honra a Aurelio Martínez con un tributo y concierto musical por sus 30 años de trayectoria.
Un año más tarde, en ocasión de los 100 años del edificio de la Tela Raidroad Company de la ciudad de Tela, Aurelio Martínez se presentó en concierto privado con la cantante británica Joss Stone.


Los últimos años de vida de Aurelio Martínez fueron para cantarle lo bello de las tradiciones e identidad garinagu al mundo con una trayectoria brillante.
Hoy, las canciones son el mejor legado a su pueblo y a su patria que tanto amaba, llegando al final de una carrera con una estela de logros coronados de humildad, pasión y arte.

“No vamos a dejar que esta cultura muera. Sé que debo continuar la herencia de mis ancestros y encontrar nuevas maneras de expresarla. Pocas personas saben sobre ella, pero yo la adoro y es algo que debo compartir con el mundo”