
Teresa Victoria Fortín, pincel femenino que abanderó el civismo en la adversidad
Autodidacta de las artes visuales y revolucionara del pincel, así es esta hija de Yuscarán, El Paraíso

ICONOS Mag
Texto Raul Francisco Ayala
4 mayo, 2022
San Pedro Sula. La pintora Teresa Victoria Fortín fue una mujer de ventaja en Honduras justo al estrenarse el siglo 20. Fue la primera artista del pincel en brillar en un tiempo de marcados convencionalismos sociales.

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Nació en 1885 en aquel pueblo tan pequeño llamado Yuscarán, en el departamento de El Paraíso, en el oriente de Honduras.
Entre calles empedradas y casas de arquitectura colonial de madera, esta ilustre pintora tuvo una infancia de cómoda posición económica. Creció entre el pequeño pueblo y Tegucigalpa.
Sus padres fueron Miguel Fortín y Rita Franco. Ella quedó huérfana de madre siendo muy joven y asumió la crianza de sus hermanos y hermanas y se convirtió en cabeza maternal del hogar.
Como era una niña bien de la época, tenía que estudiar y tras finalizar sus estudios primarios, continuó la secundaria y se graduó de la carrera magisterial para ejercer la docencia.
Poco tiempo después, otro sinsabor llega a su vida. Su padre fue enviado al exilio salvadoreño por temas políticos y ella tuvo que afrontar su realidad.
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Desde ese momento, Teresa Victoria Fortín Franco se convirtió en el pilar de su familia. Fue una joven dedicada a lo que el destino la enfrentó. De hecho, ese camino la llevó a una eterna soltería.
Además, se dedicó a la docencia y ya a los 35 años, ejercía con éxito y dedicación trabajando como maestra en Valle de Ángeles. Ya su vida estaba por enfrentarse a una nueva realidad.
Fue afectada por una grave enfermedad que la obligó a guardar reposo durante mucho tiempo. Esto provocó que la inquieta Teresa buscara nuevos quehaceres.
La incapacidad por salud la llevó directo a las artes plásticas. Lo que parecía una desgracia , vino a ser de beneficio profesional porque su reposo despertó sus habilidades artísticas.


Allá en la década de los años veinte, comenzó a dar sus primeras pinceladas. Luego de producir varias obras al óleo, la pintora Teresa Fortín decide dedicarse de lleno y de forma profesional a este arte.
En su primera muestra en la Biblioteca Nacional patrocinada por el Ministerio de Educación, sus obras causaron la admiración de los expertos.
Tal fue su éxito en esa ocasión que las autoridades educativas le apoyaron para que recibiera clases con el destacado pintor Max Euceda.

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Su mentor recién llegaba de Europa, donde había recibido enseñanza con sobresalientes y afamados maestros.
También tuvo el privilegio de aprender del inmortal Pablo Zelaya Sierra, a quien se considera el padre de la plástica hondureña.
Al ser una mujer de gran habilidad y fácil aprendizaje, eso le abonó más para convertirse en una maestra de pintura. Tenía dotes natos y por ende, formación con los grandes.
En 1934, comienza a ejercer como docente junto al maestro Carlos Zúniga Figueroa en la Academia Nacional de Dibujo Claroscuro al Natural.
Además, al final de la década de los años treinta, realiza cinco exposiciones personales y envía muestras a ocho colectivas.


Su fama y prestigio fueron ascendiendo poco a poco. En 1942 participó en la restauración de Los evangelistas, obra de José Miguel Gómez en las pechinas de la cúpula de la catedral de Tegucigalpa.
Esta experiencia despierta en la pintora Teresa Fortín, su interés por el arte religioso al cual le dedicó un buen tiempo.
Desarrolló su obra en una época de mucha agitación política y social y donde, además, la mujer era marginada a labores tradicionales.
Sin embargo, con su carácter y liderazgo rompió estereotipos, y la historia la coloca como una mujer que puso su arte al servicio de la identidad nacional.
Además, formó parte del equipo de artistas que colaboraron en la construcción de la nación que comenzó en 1876 con la Reforma liberal de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa.
Legado pictórico
Sus obras fueron exhibidas en exposiciones celebradas en Guatemala, España y Estados Unidos. Para ese tiempo, esto representaba la consagración. No era fácil cruzar fronteras.
Al comienzo de su carrera tuvo fijación con objetos de inspiración realista. Luego utiliza el impresionismo en sus paisajes y utilizó la técnica de pintura con espátula.

El escudo de la patria es otra gran obra de su mano alzada, en la que plasma la reflexión y presenta un contraste de cotidianidad y a la vez la destrucción por las guerras internas.
La anarquía y descomposición social por razones políticas en el país acentuaba el atraso y desangraba la nación.
En esta obra, el escudo de Honduras se yergue al fondo y de él desciende un río que presenta a un lado la belleza natural, mientras al otro, un cuadro de dolor por el desastre.

También, pintó obras bajo la dirección del maestro Max Euceda como El parquecito de La Merced y El retrato de la señorita María Luisa.
Asimismo, el del doctor Corleto y el de Luis Andrés Zúniga, todos al natural.
Otras de sus obras son: Cabeza de Cristo, Incendio en el bosque, El pino, La Tormenta y El volcán, entre muchas otras.
Reconocimientos
Teresa Fortín recibió muchos reconocimientos a lo largo de su fructífera carrera, entre ellos: el Premio del Salón Anual del Instituto Hondureño de Cultura Interamericana IHCI en 1948.
También, una de sus obras titulada La última Esperanza fue seleccionada por Naciones Unidas para ilustración de una de sus propuestas.
Su labor artística es reconocida con un interesante reportaje de la revista alemana Spiegel.

En 1978 es invitada especial para intervenir en la Quinta Muestra de Pintura Latinoamericana del Instituto Italo-latinoamericano de Roma.
Ese año marcó su carrera, porque comenzó a ser galardonada. Recibió el Lauro de Oro del Distrito Central, y en septiembre de 1980 se le entrega la Hoja de Liquidámbar en Plata.
Finalmente, en 1980 fue acreedora al máximo galardón que todo artista hondureño desea alcanzar: el Premio Nacional de Arte Pablo Zelaya Sierra.
Siete años más tarde en Tegucigalpa, con una trayectoria inigualable y una herencia de pincel femenino, la pintora Teresa Victoria Fortín se despide de este mundo dejando su huella artística que seguirán admirando todas las generaciones.
Inigualable historia sobre esta impresionante artista hondureño, gracias por poder darnos a conocer con detalle la biografía de Teresa Victoria Fortín de Franco, gracias a ustedes tengo material de calidad para compartirlo con mis alumnos, saludos desde El Paraíso.