
Atesoradas remembranzas: La última entrevista de Teresa de María y Campos
La guardiana del museo sampedrano develó a ICONOS Mag detalles que ahora son memorias

ICONOS Mag
Texto Redacción Web
30 abril, 2024
San Pedro Sula. En ICONOS Mag siempre se destaca la excelencia y se enaltece a los agentes de cambio de Honduras y Teresa de María y Campos Castelló es y será el eterno ícono de la historia y cultura de San Pedro Sula.


Click aquí: Entre las páginas de vida de la inolvidable Teresa de María y Campos Castelló de Pastor
Teresita, como le decían sus amados, aunque era mexicana, era más catracha que los propios hondureños.
Con emoción y orgullo, investigaba y transmitía la belleza del legado precolombino de Honduras.
Fue la guardiana del Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula durante casi 30 años y antes de decir adiós, develó a ICONOS Mag detalles que ahora son memorias tras su partida.
El legado de Teresita es más que un tesoro. Va más allá de lo que un hondureño le puede aportar a su propia patria. Por eso, nuestra querida dama mexicana siempre estará vivo en nuestro ser.
Ahora compartimos esta histórica entrevista, la última que brindó a un medio de comunicación de Honduras mientras vivía para servir a través de la antropología y su investigación.
¿Cómo llega a Honduras?

Llegué a Honduras porque me casé con Rodolfo Pastor Fasquelle. Lo conocí en la escuela de antropología. Muchos hondureños iban a Estados Unidos, España o países europeos, pero él decidió ir a México.
Estaba tanto en la Universidad Nacional Autónoma de México como en el museo de antropología en donde yo estaba haciendo la carrera. Nos conocimos y nos enamoramos. Nunca pensé que vendría a vivir a Honduras.

Vine con una amiga antes de casarme, otra antropóloga. Recuerdo que realizabamos una investigación con la Universidad de Chiapas y nos escapamos por Guatemala y nos fuimos a la Costa Norte.
Lo que más me gustó del viaje fue la vegetación del país. Todo era tan verde y lindísimo.
¿Qué es lo que más le gusta de Honduras?

Es como la gente se adapta a este ambiente. Por ejemplo, adaptarse a estos calores intensos.
Me gusta que todo. Son campechanos, personas formales y se denota de su manera de vestir, pero al mismo tiempo son sencillos. Me encanta la calidez de los hondureños.
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¿Sus platillos favoritos de la tierra catracha?

Me fascinan los frijoles. No hay como el frijol hondureño, ese frijol tiernito. Me encantan los platillos que están hechos con maíz como los ticucos. Además, la yuca con chicharrón, las baleadas, el tapado y la sopa de caracol.
Verdaderamente en cualquier zona se pueden encontrar manjares culinarios.
¿Qué lugares de Honduras ha visitado?

Conozco mucho el departamento de Santa Bárbara, Copán y Lempira adonde pude caminar en las aldeas.
También he conocido la costa, los morenales. Amo los morenales. Siempre que he ido me reciben con tanta cordialidad. Esa apertura que los destaca.
Trabajar con grupos indígenas no es fácil por la barrera del idioma, pero que te acepten y te dejen escuchar sus anécdotas es precioso. En cuanto a los Pech, son muy sencillos con su trato.
¿Qué palabras catrachas utiliza?

La primera vez que fui al mercado, lloré, porque le decía a los vendedores «quiero chayotes» y no entendían. Me pasó con el betabel que aquí le dicen remolacha o la col que le dicen repollo.
Hay muchas palabras que se cree que son comunes, pero no. No solo me pasó con comida, también animales y plantas. Descubrí que muchas palabras son del idioma náhuat como ayote, que en México sería calabaza.
¿Se identifica como una catracha?

Claro que sí, a pesar de ser mexicana le tengo un cariño grandísimo a Honduras. Además, he vivido más aquí que en México, entonces en cierta manera soy catracha.
Un mensaje para los hondureños

Honduras es un país rico con muchas posibilidades en donde hay que ayudar para que la gente se eduque. Una de las fallas del país es la educación, por eso hay que apoyar para que los catrachos puedan realizarse.
Como antropóloga que ha conocido lugares remotos, sé que todavía existen personas en precariedad. Es triste decirlo, son individuos con temor, en casas de ramas y arcilla.

Tenemos que buscar la manera de ayudarlos. Honduras tiene una vegetación exuberante, tenemos los recursos. Además, si la comunidad no estudia ni se prepara los valores y el respeto a la naturaleza se pierden.
Le envío un gran saludo a todos los que me han abierto los brazos y me han apoyado. Gracias por ayudar al museo, el proyecto profesional más significativo de mi vida, un lugar a donde siempre serán bienvenidos.